jueves, 17 de septiembre de 2009

Nuestro Vice en Inharrime

Queridos amigos,

Como os comenté hace unas cuantas semanas, este verano he tenido la suerte de volver a visitar ese maravilloso país que es Mozambique. Como siempre la acogida no pudo ser más calurosa. Tanto por parte de la hermana Carmen en Infulene, como por la hermana Lucilia en Inharrime.

La primera parada del viaje fue Maputo, capital de Mozambique. Durante mi estancia en Maputo pude visitar a la hermana Carmen y el impresionante trabajo que lleva a cabo en Infulene, suburbio de Maputo. Carmen se mostró encantada de recibirme y mostrarme todas las instalaciones e incluso acompañarla en su ajetreado día. Es increíble cómo consigue multiplicarse para resolver cualquier problema o contratiempo que surja. Igual va a buscar enchufes para cambiar los que provocaron el último apagón en el centro, como que lleva carbón a la machamba para la gente que allí trabaja, o hace de cicerone de visitantes curiosos.

Durante la visita al centro Don Bosco pudimos ver las instalaciones donde los niños reciben la tan necesaria educación e incluso nos invitaron a asistir a una de las clase (en la foto se ve como repaso atentamente mis conocimientos sobre porcentajes y descuentos). Carmen también nos mostró el invernadero donde intentaban sacar adelante las pocas flores que recuperaron del robo que sufrieron recientemente. Unas flores que cultivan para venderlas a floristerías o particulares. Pero aquí no pueden permitirse el lujo de lamentarse y bloquearse ante los contratiempos. La vida sigue y nadie espera, así que hay que recuperar lo que se pueda y seguir adelante.

Otro de los proyectos al que la hermana Carmen dedica gran parte de sus esfuerzos es la machamba. El terreno donde cultivan todo lo que pueden para alimentar a todo el que pasa por el centro. Y por supuesto, Carmen no se conforma con eso y está criando cabras, cerdos, patos, pollos y conejos para venderlos a restaurante y familias, y así obtener unos ingresos adicionales que servirán para completar la dieta en el centro o cubrir otras necesidades. Os aseguro que es impresionante las vitalidad de Carmen y cómo consigue contagiarte su energía. Fue una suerte poder conocerla y compartir unas pocas horas con ella. Pero Carmen también tiene sus cómplices: las voluntarias. Personas que han decidido dedicar su mes de vacaciones o su año sabático a intentar echar una mano y ponerse a las órdenes de la hermana. La siguiente escala fue Inharrime. Después de un viajecito de 6 horas en chapa (furgonetas que son la base del transporte en Mozambique) la sonrisa con la que me esperaba Lucilia consiguió que me olvidara cualquier molestia. La hermana Lucilia me mostró todas las instalaciones y me sorprendió cuánto había cambiado desde que estuve en 2007. Los dormitorios ya están terminados y equipados, y cada día con una mayor ocupación. Como siempre todo está cuidado hasta el último detalle y en la foto podéis ver lo bonito que han quedado.

También pude ver la nueva escuela primaria a pleno rendimiento donde los más pequeñitos empiezan a recibir sus primeras clases. Lo único que no tiene límite es la imaginación de la hermana Lucilia que ya piensa en aumentar la aulas y crear unos cursos de Idiomas, Hostelería y Turismo, Agricultura e Informática. Y seguro que no se detiene ahí…. La última incorporación han sido los campos de deporte con dos canchas multiusos (baloncesto, balonmano, ...) y un campo de fútbol. Éste último con una pequeña sorpresa desagradable a última hora, cuando el precio acordado inicialmente no se respetó. Pero finalmente se llegó a un acuerdo y se pudo empezar a preparar el terreno para que dentro de poco empiecen a prepararse para la próxima Copa del Mundo en Sudáfrica.

La panadería que hace dos años estaban a punto de estrenar, ya está a pleno rendimiento sacando unos 4000 panes cada día. También preparan unas deliciosas arrufadas (bollos dulces) e incluso algunas pizzas. Además ya han empezado ha preparar panes con harina de mandioca. Esto supone un gran logro ya que resulta muy caro traer la harina de trigo y sin embargo la mandioca abunda en toda la zona. Y os aseguro que está, por lo menos, igual de bueno. También acompañamos a Lucilia a buscar pescado. Allí es tan sencillo como ir en coche unos 20 kilómetros hasta la playa de Závora para ver si los pescadores han tenido suerte y traen algún pez espada. En esta ocasión no hubo suerte y nos volvimos con las manos vacías, aunque el paisaje que ofrece la playa y la visión de las ballenas a los lejos saltando merecen el paseito. Volviendo aprovechamos para pasar por la machamba y ver como la huerta, pollos y cerdos se han multiplicado desde mi última visita. Es fundamental para el centro intentar ser autosuficientes e incluso poder obtener algunos ingresos extras con la venta de sus productos.

También tenía muchas ganas de ir a visitar la escuela pública de Madovela. Esta escuela se encuentra a más de 4 kilómetros de Inharrime. Kilómetros que los chicos y chicas tienen que recorrer cada día para poder asistir a sus clases. Y todo para llegar a unas aulas hechas de ramas, cañas y paja donde se tienen que sentar en el suelo para escuchar atentamente a sus profesores. Totalmente distinto a las instalaciones que la hermana Lucilia ha ido construyendo con tanto esfuerzo. Y éste es uno de nuestros próximos objetivos: rehabilitar esta escuela y poder construir unas aulas, letrinas y dotarlas del material necesario para que los alumnos puedan sacar el máximo partido a la oportunidad, de la que no todos disfrutan, de ir todos los días a aprender algo nuevo a la escuela que les sirva para mejorar un poco su vida y la sus familias.

Pero no todo fueron sonrisas y alegría. La peor parte vino con la visita al orfanato público de Inhambane, a unos 100 kilómetros al norte de Inharrime. Allí nos encontramos con unas instalaciones poco cuidadas, donde está claro que la higiene no es una de sus prioridades. Bebés de menos de un año que pasan casi todo el día olvidados en sus cunas y con una alimentación que dista mucho de ser la idónea para un bebé de su edad. El amor y cariño que las hermanas de María Auxiliadora regalan a las niñas del Centro Laura Vicuña, aquí parece que jamás existió. A estos niños les encantaría que alguien les abrazara, que alguien jugara con ellos, o que simplemente alguien les dijera que les quiere y que son lo más importante en su vida. Pero eso parece que jamás lo han tenido. Y por supuesto, la hermana Lucilia no podía quedarse sin hacer algo por ellos. Ya está pensando en que algunas hermanas vayan allí para poder mostrar a las cuidadoras del orfanato lo fácil que es conseguir una sonrisa de esos niños. Por nuestra parte queremos intentar proporcionar a los más pequeños una dieta más adecuada a base de leche artificial. Aunque sea pequeño, es un primer paso para intentar cambiar una situación que no debería permitirse ni en Inhambane ni en ningún lugar del mundo. Pero no quiero terminar esta entrada con un sabor amargo. Prefiero recordar el día que llevamos a las niñas del Centro Laura Vicuña a la cercana playa de la Pontinha. Rieron, cantaron, gritaron, jugaron, se bañaron. Las imágenes de las niñas jugando en la arena, salpicándose unas a otras o jugando todas juntas a una especie de corro de la patata, me recuerdan el maravilloso trabajo que las hermanas de Maria Auxiliadora llevan a cabo en Inharrime, con el apoyo de las voluntarias que allí aportan su esfuerzo desinteresado y la modesta aportación de todos nosotros desde tan lejos.

Parecía mentira lo rápido que había pasado el tiempo pero llegó la hora de volver. Y os aseguro que es muy difícil despedirse de la sonrisa de Rebeca, de la pequeñita Aninha, de la incansable Carmen, de todas ellas. Ha sido una visita corta pero intensa y que espero poder repetir algún día (y si es más pronto que tarde mejor). Os animo todos a seguir colaborando con este proyecto tan especial que la hermana Lucilia y toda la familia de Inharrime sacan adelante cada día. Podéis estar seguros de que todas vuestras aportaciones logran que el pequeño milagro de Inharrime crezca un poco más cada día. A mí el viaje me ha dado energías y fuerzas al ver como el esfuerzo de todos nosotros se multiplica en Inharrime cuando pasa por las manos de la hermana Lucilia.

Muchas gracias a todos y si algún día podéis visitar Inharrime, será un viaje que jamás olvidaréis. Yo no lo haré.
Un abrazo a todos
Manuel

1 comentario:

Laura dijo...

Qué bonito recibir noticias de nuevas experiencias en Inharrime..a los que hemos estado allí nos hace recordar nuestra propia experiencia de forma especial a la vez que compartimos la tuya.Está claro que siempre vamos a tener cosas que aportar en Inharrime y en un montón de rincones de este mundo.Ojalá podamos seguir disfrutándolas así!Un abrazo y enhorabuena Manuel.
Laura

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